Capítulo 1: La mañana
Comienza un nuevo día en la soleada playa de Benicasim. En la
arena están tumbados Fran y Pablo, dos amigos de 20 años cada uno.
-¿Al final que vamos a hacer?-dijo Pablo.
-Ni idea-dijo Fran-, nos hemos quedado sin pelas.
-¿No hay otra manera de ir?-dijo Pablo.
-No-dijo Fran-, otro verano que nos quedamos sin hacer el viaje a
Zaragoza.
-Otro verano será-dijo Pablo.
-O igual podría ser este-dijo Fran.
-¿Cómo?-dijo Pablo.
-¿Cuánto dinero tenemos ahorrado?-dijo Fran.
-Unos 300 euros-dijo Pablo.
-Había pensando que con eso podríamos pillar pastillas para
venderlas-dijo Fran-, seguro que nos da para irnos a Zaragoza.
-No lo se tio-dijo Pablo.
-Venga piénsatelo-dijo Fran-, pero recuerda que es la última
oportunidad que nos queda.
-De acuerdo-dijo Pablo.
Los dos se metieron al agua para darse un bañito. Mientras,
Patricia acababa de llegar a un chiringuito de la playa donde
trabajaba su amiga Sandra para desayunar. Se sentó en una mesa y
pudo ver a un chico que conocía, Roberto, el novio de Sandra, que se
marchaba.
-Veo que has recibido una buena visita-dijo Patricia.
-Sí-dijo Sandra-, pero eso no quita el hecho de que mi jefa me
odia.
-Ya estás otra vez con tus tonterías-dijo Patricia-, tú lo que
necesitas es venirte de marcha conmigo.
-¿Esta noche?-dijo Sandra-, ¿no puede ser otra?
-No, será esta noche-dijo Patricia-, asi que ponte guapa que nos
vamos a ir al "Relámpago" a quemar la pista.
-De acuerdo-dijo Sandra.
Patricia comenzó a desayunar pensando en el verdadero plan que
había hecho para esa noche.
Capítulo 2: La noche
Por la tarde, una chica llamada Gloria llamaba al timbre de una
casa en un barrio un poco oscuro. Un hombre le abrió la puerta y
entró. Fue hasta el salón donde se encontraba otro hombre.
-¡Hombre Gloria!-dijo Torbaldo-, pensé que no te iba a volver a
ver por aquí.
-Es la última vez que me ves-dijo Gloria-, son las últimas.
-Gloria-dijo Torbaldo-, cuando llegaste aquí por primera vez hace
tres años te dije que era muy difícil dejar este mundo, y así ha
sucedido.
-Te digo que son las últimas que vendo-dijo Gloria-, necesito más
pelas para poder irme a Madrid.
-¿Cuántas quieres?-dijo Torbaldo.
-Dame 200-dijo Gloria-, la semana que viene te daré noticias.
Llegó la noche a Benicasim. Casi todos los jóvenes se dirigían
a la discoteca "Relámpago", la mejor de esa zona. Dentro,
Patricia y Sandra estaban apoyadas en la barra viendo como la gente
bailaba. En realidad, Patricia estaba esperando a alguien.
Gloria entraba en la discoteca dispuesta a poder vender pastillas.
Fran y Pablo empezaban a bailar juntos para pasarselo bien. En ese
momento entraba Laura, una chica que había quedado allí con Pablo,
que se acercó a ella.
-¿Cómo estás?-dijo Pablo.
-Bien, un poco cansada-dijo Laura-, ya casi me voy.
-Anda quédate que me han preguntado por tí-dijo Laura.
Pablo señaló a Vanesa, una chica que estaba bailando cerca de un
altavoz y que paró al ver a Laura. En la barra, Patricia había
conseguido ver a la persona que estaba esperando y se fue el baño de
chicas. Al momento se abrió la puerta y entró Roberto, el novio de
Sandra.
-¿Te han visto?-dijo Patricia.
-Claro que no-dijo Roberto-, como siempre.
-Esto es una locura-dijo Patricia-, y Sandra es mi amiga.
Los dos comenzaron a besarse y a follar en el baño. Mientras,
Laura esperaba la cola para entrar en los baños y se le acercó
Vanesa.
-¿Quieres ir al baño?-dijo Vane.
-Sí-dijo Laura.
-Acompañame-dijo Vane.
Capítulo 3: Sexo
Laura y Vane llegaron a los baños justo cuando Patricia y Roberto
salían de follar. Las dos entraron dentro para meterse una ralla.
Vanesa miró a Laura y las dos comenzaron a besarse sin pensárselo
dos veces.
Mientras, Gloria intentaba vender pastillas pero no pudo evitar
mirar a un chico con un gorro. Él chico se le acercó.
-Hola-dijo-, me llamo Marcos.
-¿Qué quieres?-dijo Gloria.
-Me han dicho que vendes-dijo Marcos.
-¿Cuántas quieres?-dijo Gloria.
-Dame unas tres-dijo Marcos-, o mejor, dame tu teléfono.
-Lo llevas claro-dijo Gloria.
Gloria se dirigió a la puerta para salir de la discoteca. Marcos
fue detrás de ella. Fuera, él le volvió a pedir su número de
teléfono. La noche ya había terminado. Laura se llamaba bollera a
sí misma delante del espejo de su casa y Patricia seguía sin saber
por qué se estaba acostando con el novio de su mejor amiga. Esa
noche había sido el principio del fin.